Una sola brizna de hierba
“Si estudiamos el arte japonés, vemos a un hombre indudablemente sabio, filósofo e inteligente, que se dedica a qué ¿A estudiar la distancia de la Tierra a la Luna? No. ¿A estudiar la política de Bismark? No. Estudia una sola brizna de hierba. Pero esa brizna de hierba le lleva a dibujar todas las plantas, después las estaciones, los grandes aspectos de los paisajes y, por último, los animales y también la figura humana. Así transcurre su vida y la vida es demasiado corta para hacerlo todo.”
–Vincent Van Gogh
Cartas a Theo Van Gogh
El budismo, los haikus, la cermonia del té y el arte japones tienen la sencillez como eje para conducirnos sin desvios por la vía de existir y de crear.
No he visto un solo educador de la fotografía encaminando a sus escuchas en el camino más sencillo para encontrar su propia voz como autores de fotografías (o arte a secas) que es el prestar atención a lo ordinario y lo que les rodea. Todo es repetir lo ya hecho, formulas baratas para «llamar la atención» y crear replicas del maestro en turno.
La atención se centra en los paisajes más remotos e «inalcansables» pero se crea desde el boleto y mirador de turista, la autenticidad se pierde desde lo homogeneo del pasaje de avión, se admiran las millas recorridas pero no el tiempo de conocer lo inmediato, lo que nos rodea en el día a día.
El secreto de la creación artistica lo esconde una sola brizna de hierba y no la teoria de un predicador de la unificación. Se esconde en lo cotidiano y no en lo remoto. Una gota de agua nunca es la misma que otra gota de agua.