Fotografía

El ladrón y la luna

Siempre que veo una o varias de mis fotos publicada por alguien más (robada), recuerdo a Ryokan, un viejo monje que vivía sin compañía humana, sólo rodeado de bosque, un pantano y muchísimos mosquitos.

Bien se sabe que un Bhikkhu no tiene muchas posesiones materiales: pocas ropas, una cobija para dormir, un tazón para arroz y quizá algún bastón. Una noche un ladrón tomó lo poco que encontró y se marchó dejando aún más llena la nada material en la que vivía Ryokan.
Al percatarse del robo, Ryokan miró a una ventana, en ella se mostraba una luna esplendorosa, más tarde escribió las siguientes líneas:

Nusubitu ni
tori nokosaresi
mado no tsuki.

(Al ladrón
se le olvidó
la luna en la ventana.)

A esas enigmáticas y bellas palabras se les puede dar muchas interpretaciones (en lo poco caben muchas cosas).
Desde un «!Qué pena, no se pudo llevar lo más valioso que tengo! se la hubiera ofrecido con gusto…», es decir la vista de aquella luna.
O darle un tono más de sermón: «!Hey, muchacho! !Te pierdes de lo esencial!»

Pueden robarse alguna de mis fotografías y publicarlas como suyas, pero fallan en lo esencial: qué me llevo a hacer esa fotografía, lo que decidí incluir y dejar fuera.

¡Y ojalá hubieran estado ahí para ver lo que vi!.

Un estornino europeo y la luna llena

Cúmulo de contradicciones. Aprendí a andar en bicicleta a los 23 años. Tengo un burro de mascota. Aficionado al café, las montañas, la naturaleza, la cerveza y la lectura. Hago fotografías cada que puedo.

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