Fotografía

El ocio o cómo no celebrar a nuestros captores

(Doble exposición, 35mm)

 

<<Es muy diferente ir a un espectáculo o acudir a un sitio de reunión donde uno se distrae, se entretiene: está entre esto y lo otro recibiendo pasivamente el regalo de novedad que porta lo otro, a tener un hobby, una pasión por hacer algo: pintar, jugar ajedrez, componer relojes, coleccionar libros raros… en estas actividades uno se afana, aprende, investiga, se toma la molestia, se emociona, se convierte en experto, desarrolla un aspecto de uno que le da placer. El entretenimiento no deja nada, nada más que un vacío a la larga; la diversión, en cambio, lo va construyendo a uno, y no vacía porque uno se llena con ese uno mismo que se inventa.
Hoy son tantos los entretenimientos que no nos dejan la posibilidad de descubrir por nosotros mismos aquello que, en verdad, podría divertirnos. Desde la infancia, por haber confundido la diversión con el entretenimiento, sólo sabemos cómo matar el tiempo en lo que esperamos las horas que son obligatorias, las del trabajo o las de la muerte>>
Oscar de la borbolla

 
Te despiertas y lo primero que ves ya no es al sol o a la mañana que apenas se asoma. Te dejas perder en las fauces del telefono celular, devoras novedad, devoras vácio. El día avanza y cada espacio sin actividad lo llenas de redes sociales, de imagenes y noticias que pronto se te van a olvidar, en el transporte público cada quién está en su agujero negro personal, en su exilio voluntario. Incluso espacios que no deberían de ser rellenados los consume la adicción (como en una reunión con otros, al alimentarnos, etc). Llega la noche y te sientes culpable, eso te lleva a no poder dormir así que ahí está tu gran sustituto de realidad al alcance de la mano, ese rectangulo que debora el ocio y también tu sueño.
 
Ya no sabemos estar con nosotros mismos, mucho menos con los otros, decimos no tener tiempo para nuestras pasiones pero todo se lo ofrendamos a las redes que nos atrapan. Nos dejamos atrapar voluntariamente sin ejercer resistencia alguna y poco a poco vamos apagando nuestra creatividad. Le aplaudimos a nuestros captores las novedades: celebramos el nuevo celular con el que nos endeudaremos y nos harémos la idea de que el que ya tenemos ahora es inservible. Facebook o Instagram lanzan un nuevo feature y de inmediato queremos usarlo. El contenido ni siquiera tiene que ser bueno, ya nos tienen en sus manos -o más bien en sus fauces-.
 
¿Qué pasaría con nuestra obra fotografica si esos «ratitos» los usaramos para desarrollar nuestra creatividad? Llenar esos espacios con una cámara, con un cuaderno de notas o mejor aún… con nuestra mente trabajando.

 

Cúmulo de contradicciones. Aprendí a andar en bicicleta a los 23 años. Tengo un burro de mascota. Aficionado al café, las montañas, la naturaleza, la cerveza y la lectura. Hago fotografías cada que puedo.

Un comentario

Deja tu opinión o comentarios, me motiva leerte