Fotografía

Fotografiar la tragedia: tender puentes en vez de barreras.

La fotografía en éstos tiempos tiene varias acepciones: la usa el político para aparentar, los usuarios de redes documentan su día a día, los profesionales y aficionados tratan de comunicar algo, por la mensajería instantanea circulan fotos hechas para el olvido.
Como lo he dicho antes, cada vez más personas hablamos el mismo lenguaje y queda claro que se hacen más fotografías de las que necesitamos…
 
Ante la tragedia sucedida en México el 19 de septiembre y la pregunta que tanto pasó por la cabeza de muchos fotógrafos(as): ¿Debería o no sacar mi cámara? cada quién desde su trinchera eligió la respuesta.
 
Mi decisión fue clara desde el principio: un NO rotundo. Opté por ayudar como civil y sorprenderme de la reacción inmediata de muchos habitantes de la Ciudad de México, en casi todas las partes la respuesta era «estamos colmados de manos y ayuda».
 
Admiro la entereza de los profesionales que tenían el deber de informar y lo hicieron con respeto y cautela como también la fuerza de los brigadistas y civiles que llenaron de ayuda a quien lo necesitaba, me llenó de orgullo las fotografías de todas las mujeres que apoyaron en la tragedia. Odié la mezquindad de los politicos que acaparaban la ayuda para su autopromoción, odié la trivialidad de las páginas de sociales del periódico «El Universal» y su «whitewashing» y días después sentí rabia con fotógrafos que promocionaban con publicaciones pagadas en Instagram y Facebook fotos sin ningún cuidado de la tragedia.
 
Sé de la importancia de la fotografía como documento histórico, serán útiles las fotos de los edificios derrumbados y la evidencia de que los materiales usados para su construcción no eran los debidos para castigar a las autoridades que lo permitieron y a las constructoras que lucraron poniendo en riesgo y arrancándole la vida y patrimonio a muchas personas. Las fotos de «turista» en la tragedia ojalá pronto se las trague el olvido. Que los culpables paguen sus crímenes y sobre todo que no olvidemos eso que nos sacudió a todos y que nos unió como nunca.
 
Importante también es reecordar esa linea casi invisible que hace que una buena foto lo sea o no: la conexión con lo retratado y lo difícil que es hacerlo en situaciones de riesgo o urgentes. Que hay momentos donde sacar la cámara no es necesario, cuidar que la ambición de documentarlo todo no nos vuelva egoístas. La cámara para mí es un puente hacia los otros no una muralla ante la otredad por eso me fue imposible siquiera pensar en usar esa herramienta en vez de tratar de ayudar. De querer abrazar al otro en vez de retratarlo. Cada quien actúa desde lo que piensa y siente.
 
Por último recordar que somos de barro, somos de la tierra y no somos ajenos a los otros y lo que nos rodea.
 
Que nos hemos levantado antes de la tragedia.

Cúmulo de contradicciones. Aprendí a andar en bicicleta a los 23 años. Tengo un burro de mascota. Aficionado al café, las montañas, la naturaleza, la cerveza y la lectura. Hago fotografías cada que puedo.

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