Fotografía

La fotografía es la patraña más grande de todos los tiempos

(Doble exposición en film de 35mm, sin manipulación digital)
 

“El secreto de la fotografía: la cámara adquiere el carácter y la personalidad del hombre que la utiliza. La mente actúa a través de la máquina”.
Walker Evans

Se ha dicho ya en varias partes que un fotógrafo(a) es él/ella y todo lo que lo compone: no sólo sus ojos, manos y pies, sino lo que ha visto, sentido y/o vivido, la máquina se vuelve una extensión del cuerpo y no una herramienta independiente, aislada del operador.
 
Otra cosa que tampoco me he inventado yo es que la fotografía (el acto de fotografiar) se parece mucho a las enseñanzas del Zen, en ella existe la práctica llamada «Zazen» que no es otra cosa mas que meditar sentado. Para mi el acto de tomar una cámara y hacer fotos es meditar caminando.
 
El Zen, si son asiduos a éste humilde blog ha sido protagonista de varias letras, ha permeado enormemente mi ser y mi práctica como fotógrafo. Alguien aficionado a la Filosofía permearía sus conocimientos en dicha rama sin siquiera reparar en ello, lo mismo un hombre de negocios o una mujer amante de los animales.
 
Kodo Sawaki fue un gran promotor del Zen y del Zazen, muchas de sus enseñanzas están en un libro titulado «El Zen es la patraña más grande de todos los tiempos» y muchos extractos por muy raro que te suene pueden ser llevados al mundo de la fotografía:
 

“El satori no tiene un comienzo, la práctica no tiene final. No esperes que nadie te dé una propina por ello. Practicar significa dar toda su expresión al satori, presente ya desde el principio. Por eso no hay ningún satori fuera de la práctica y tampoco práctica fuera del satori.”

 
El satori no es más que la «iluminación» uno trabaja para iluminarse, pero ese trabajo ya es la iluminación, no es la promesa de un cielo, de un más allá. Es trabajar el presente, estar en el presente. Nadie te debe nada. Ni un like, ni dinero ni reconocimiento. Haz fotos por el simple hecho de hacerlo, sin esperar nada de ello.
 

“¿Qué es lo más importante de tu vida? Cuando las hojas de los pensamientos caen y el viento se lleva las flores de la ilusión, ya no queda nada tras lo que correr ni nada de lo que huir. Libre ya de tus preferencias e ideas, compruebas sorprendido que lo que considerabas más importante, lo que has estado buscando desesperadamente, no era más que una ilusión que se ha desvanecido sin dejar rastro. No queda nada más. Y de repente ves ante ti los melocotoneros en flor y esas flores llenan todo el universo. ¡Todo el universo está lleno de la cosa más importante de tu vida! Por mucho que uno lo intente con uñas y dientes, no podrá desprenderse de ella.
La cosa más importante de tu vida no la recibes de tus padres ni de tu maestro: la descubres en las flores del melocotonero.”

 
Siempre esperamos que el mañana, otra persona, la suerte, dios o cualquier ente fuera de nosotros nos salve de la vida. Esperas el día en el que puedas ir a un paisaje recondito a hacer grandes fotos que revolucionen el mundo del arte, esperas a ganar un concurso o esperas el aplauso, cuando lo más importante está en ti mismo, en los pequeños detalles, en una simple flor del melocotonero.
 

“Los cipreses se realizan como cipreses, la montaña se realiza como montaña. Sólo la gente se rompe la cabeza pensando cuánto puede costar eso.
La nariz percibe el olor de la anguila asada y eso es todo. Tus ojos ven una chica guapa y eso es todo. Mientras no adoptes la perspectiva de tus apetitos humanos, no hay nada ahí. Deja simplemente que las cosas sean tal como son.
«El pájaro canta, la flor brota por sí mismos, de forma natural». No se les ocurren cosas como: «Ahora voy a impresionar a Sawaki con este trino». O «¿No tienes ojos en la cara? ¿No ves con qué primor florezco?». El pájaro canta sin más, la flor brota sin más. De esta manera se realizan ellos mismos, como ellos mismos, por sí mismos.
Las diez mil cosas permanecen totalmente serenas. Incluso cuando el viento sopla y agita las flores. Y cuando llueve y tu preciado traje se moja, tú eres el único que se irrita, la lluvia se mantiene tranquila.”

 
Los cipreses se realizan como cipreses, Cartier Bresson como Cartier Bresson, no está mal admirar a los otros pero sólo tú puedes realizarte como tú mismo, no eres Cartier Bresson, no tienes su fama ni sus fotos, pero tienes algo que él no tiene: tu propio camino. No hagas fotos como alguien más, que eso no será bueno ni natural ni esperes que el mundo te observe ni te aplauda: «la flor brota sin más».
 

“Todo ser vivo sufre. Pero a los ojos de Buda no existe el menor motivo para sufrir. Y, a pesar de ello, sufrimos: nosotros provocamos nuestro sufrimiento, esto hace que nos enfademos y, finalmente, nos echamos a llorar.
No hay ningún problema, el camino es sencillo, sin dificultades. ¿A qué se debe que el camino de los adultos parezca tan complicado mientras que para un niño de pecho es tan sencillo? Los adultos son extraños. ¿Por qué no abren simplemente los ojos y miran hacia delante en lugar de contarse mentiras a sí mismos y maldecirlo todo? ”
“No hay absolutamente ninguna razón para quejarse: cuando llueve, deja que llueva; cuando arrecia la tormenta, déjala que arrecie.
A ojos del Buda no hay ni un solo ser extraviado. A ojos de una persona corriente, no hay más que ilusión.”

 
Si abrieras los ojos, si pudieras mirar las cosas con el asombro de la infancia: todo sería digno de atención y admiración, tu mirada fotográfica mejoraría al instante, esa es una de las grandes potencialidades de la fotografía, todo es digno de atención con la mirada adecuada.
 

“Si despertamos a nosotros mismos, entonces lograremos al fin hacer lo mejor con nuestra propia vida. Pero en esa tarea no hay descanso. Cada día hemos de empezar de nuevo. Te encuentras en continua evolución, pero en cada instante eres por completo tu auténtico yo. No es como una imagen en el lienzo. Es más bien como la luna en el agua. Se encuentra en constante movimiento, real sólo en este mismo instante. Por eso la pierdes fácilmente de vista. Pero ese instante es único, tan irrepetible como la vida entera. Si lo pierdes de vista, pierdes con él tu vida. ¿Y qué será entonces de lo que Sawaki tiene que decir aquí? Lo echas todo por tierra.
¿Practicas zazen desde hace cinco o diez años? ¡Y qué! Cada día has de buscar de nuevo tu camino. Si haces tuya la vía del Buda, advertirás que cambia día a día. ¿Cómo he de andar el camino eterno en este instante, en este caso? Tenemos que despertar de nuevo en cada instante, practicar de nuevo a cada instante. ¿Quién sabe si mañana seguiremos con vida? ¿Quién se acuerda aún de ayer?”

 
¿Haces fotos desde hace diez, veinte años? ¡¿A quién le importa?! ¿Haces fotos desde ayer? No hay nada especial en ello, lo que importa es que lo aproveches, que lo disfrutes, mejorar, empeorar, y volver a mejorar, bailar con la vida en vez de amargarse con el resultado. Quién sabe hasta cuándo estarás por aquí, así que ¡Aprovecha!.
 

“Seguir la vía del Buda significa dejar de imitar a los demás en todo. En la vía del Buda no puedes imitar a nadie, has de andarla tú mismo, de tu propia y genuina manera. Tampoco puedes imitar a nadie con respecto a la paz de espíritu, ¿cómo podrías imitar el satori de otra persona? Se trata de ti mismo, en este lugar, en este instante: ¿de qué te sirve apelar al satori de tu maestro? Es TU vida, ahí nada corre por cuenta de Buda. Practicar la vía del Buda significa crear tu propia vida, significa encontrar tu propio camino para vivir esta vida.”

 
¿Cómo podrías imitar las fotografías de alguien más? Dentro del basurero digital hay cien mil veces la misma foto cada día ¿para que arrojar otra más al olvido de lo homogéneo? ¿porqué no tratar de hacer algo que provenga de ti, el resultado será mucho más satisfactorio.
 

“Para mí no hay otro camino que zazen. En esta senda, no existe para mí ningún motivo para envidiar o despreciar a nadie ya que yo no quiero ser como ningún otro. ¿El señor presidente? ¡Me importa un bledo! Sawaki sólo necesita ser Sawaki. ¿Qué, si no?
No deseo nada más en esta vida. No me arrodillo ante nadie para mendigar. Tampoco me atengo a lo que los demás quieren de mí. Cuando tengo qué comer, como; cuando no, pues no. Mi ánimo es firme: mientras me alcance la vida, viviré, y cuando llegue la muerte, entonces moriré. En este instante la vida se extiende ante mí hacia lo lejos y tan clara como el cielo azul, ¿qué podría haber más bello?”

 
Si haces fotos para ser reconocido ¡Olvídate de ello! hay maneras más fáciles, vende tu libertad y acumula mucho dinero, pero mejor no hagas fotografías. Si la práctica de la fotografía te llena, sabes en el fondo que el resultado no importa, haz lo que quieras, como quieras. Si te alejas de toda expectativa y sigue el impulso por tomar la cámara, estás en el camino adecuado. La meta es seguir caminando, seguir fotografiando. La meta no está al final, no es inalcanzable.

Cúmulo de contradicciones. Aprendí a andar en bicicleta a los 23 años. Tengo un burro de mascota. Aficionado al café, las montañas, la naturaleza, la cerveza y la lectura. Hago fotografías cada que puedo.

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